Ser Dehoniano...
> profetas del amor y servidores de reconciliación

¿Ser dehoniano?

Tal vez has tenido experiencia, durante un cierto tiempo, de cuál es nuestra vida y nuestro modo de ser en la Iglesia. Tal vez te han llamado la atención algunos rasgos típicos dehonianos: la capacidad de escucha, la acogida, la familiaridad, el modo de sentir con el otro las dificultades y de sanar las heridas del día a día (la reparación), la entrega sin tiempo ni mirando cada dos por tres el reloj (la oblación), la intensidad de la oración y sus diferentes momentos, como la adoración eucarística... Tal vez ahí, en eso, te ha surgido una pregunta... ¿y por qué no?

Si ha sido así, es el momento de coger aire y empezar a dar algunos pasos para tratar de dar respuesta a esa inquietud.

 

Un corazón para amar y una vida para entregar

El mensaje del Padre Dehon es claro y actual: no se puede amar al Dios Amor sino en su Hijo presente en la Eucaristía y en la vida de los hombres, sobre todo de los más pobres, de los pequeños, de los indefensos, de los excluidos.

La experiencia espiritual del Padre Dehon nace de un Amor al corazón de Cristo que se vuelca hacia los pobres (los preferidos de Cristo).

Por lo tanto, la misión dehoniana se basa en tres puntos:

  • Ver: es la mirada inteligente, analítica, crítica, lúcida y misericordiosa de la realidad para conocerla profundamente y acogerla.
  • Amar: es la apertura de corazón para encontrarse con Dios y salir a la búsqueda del otro.
  • Servir: es el compromiso de transformar e mundo mediante un estilo de vida consistente a nivel individual y colectivo.

Lo que caracteriza a los dehonianos y nos distingue de los otros institutos de vida consagrada, no es una determinada actividad apostólica, sino la espiritualidad heredada del P. Dehon. Lo que nos mueve es Vivir e interiorizar la espiritualidad del Corazón de Jesús, es centrar todo en el amor redentor de Jesucristo encarnado e interpretarlo todo a la luz del amor. La unión entre dos personas no puede ser verdadera y durable si no nace del corazón y en el corazón se realiza. Es el propio Dios quien ha salido al encuentro del hombre y lo ha invitado a vivir en una verdadera comunión de amor con Él, con los demás hombres y mujeres y con la creación.

La vivencia de la espiritualidad del Corazón de Jesús se caracteriza por la exigencia de interioridad. La mutua presencia de Cristo en nuestro corazón y de nosotros en su Corazón expresa el misterio de la identificación vital entre lo más profundo del corazón del hombre y lo más profundo de Cristo: su Corazón. San Pablo lo expresaba con estas palabras: «Y ya no vivo yo; es Cristo quien vive en mí» (Gál 2,20). El amor no puede realizarse sino a través de la propia entrega.

Y nuestra entrega, no lo dudes, es a contracorriente, de un modo diferente al que estás acostumbrado y que, tal vez, hasta ahora, no habías contemplado en tu vida.

Un corazón para amar sin prejuicios y sin distinciones... ¡y por igual! Eso sí que es un auténtico reto... ¿Podré? ¿Seré capaz? El Amor (con mayúsculas) todo lo puede. ¡TODO! Incluso las primeras dificultades y dudas.

Ser dehoniano es aceptar vivir tu vida llevando en ella las marcas de Cristo: una vida para todos (castidad), sin ataduras a lo que posees (pobreza) y dejando que Dios vaya guiando tus pasos (obediencia). Un auténtico corazón para amar, sin fronteras y con locura, a la humanidad que pide personas auténticas y cristianos auténticos.

 

Entrega, compromiso social, unidad

Juan León Dehon veía reflejada su vida de fe y su experiencia del amor de Dios en tres pilares, relacionados entre sí.

Ecce Venio: (Aquí Estoy Señor para hacer tu Voluntad). Para construir el Reino se requiere cultivar una actitud personal de abandono confiado y de generosidad: Dejarse moldear por Dios un corazón cada vez más disponible a la voluntad de Dios. La voluntad divina no es otra que la plenificación total de la dignidad de los hombres y mujeres y de la creación entera.

Adveniat Regnum Tuum: (Que Venga tu Reino) el compromiso solidario en la transformación de este mundo mediante la construcción del Reino de Dios en sus dimensiones personal, social y cósmica. Este compromiso brota de la configuración de su corazón al Corazón de Jesús.

Sint Unum: (Que Sean Uno). Para concretar el proyecto del Reino en el presente y, a la vez, ser signo del Reino de Dios que ya está presente y necesita de ti, Jesús nos propone fomentar y vivir la comunión. La fraternidad es testimonio vivo de la participación responsable en función de un proyecto común, dentro de un marco de tolerancia, de respeto, de diálogo y de aceptación integradora del otro diverso, porque reconocemos en él a otro hijo de Dios, hermano nuestro.

 

Quiero ser dehoniano

Todo camino tiene sus etapas. Y las etapas son para vivirlas, no para "cumplirlas" sin más. Por eso, antes de tomar cualquier decisión definitva, hay que vivir un proceso de discernimiento y elección, donde, con la compañía de otros, se pueda ver a qué te está llamando Dios y cuál es la mejor manera de materializar y concretar esa llamada.

Ser Dehoniano no es una profesión, sino un modo de vivir y entregarse dentro de la Iglesia. Para poder iniciar un proceso con nosotros se piden algunos requisitos básicos:

  • Ser cristiano, con una edad comprendida entre los 17 y los 40 años.
  • Un conocimiento amplio de nuestra Congregación y nuestra obra. Es importante haber tenido contacto directo con algunos de los religiosos. Sentirse atraído por un Carisma o por un modo de vivir no siempre es suficiente para dar el paso si no se tiene una experiencia directa de quiénes somos y cómo vivimos.
  • Nuestra vida es una vida comunitaria, por eso se necesitan tener las cualidades necesarias para ella.
  • Hacemos profesión de castidad, pobreza y obediencia y ello implica entregar por completo nuestra vida a Dios.
  • Nuestra vida tiene, junto con la dimensión contemplativa, un fuerte calado activo: por eso es necesario que tengas buena salud, tanto física como psicológica.

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